Eran las cinco de la tarde de un
frío venticuatro de diciembre y aquella joven paseaba por el helado Esplanadi
de Helsinki.
Su lento caminar le permitían pensar
en todo y en nada mientras sus botas se hundían suavemente en la fina y blanca
nieve, paso tras paso.
Entre sus pensamientos se abrían
paso las risas de los niños que jugaban en el parque. De repente, se sorprendió
mirándoles fijamente, con envidia; Quiso volver a ser niña por un instante para
volver a su país con los suyos y no tener mayor preocupación que la de si los reyes
habrían recibido su carta a tiempo y el seis de enero por la mañana encontraría
ese juguete tan esperado.
Pero esta navidad estaba sola. A
miles de kilómetros.
Suspiró.
Apartó la poca nieve que había
en el banco de piedra que había sido resguardado gracias a un enorme árbol. Chascó
la lengua al notar que sus guantes se habían empapado. Se sentó.
Continuó viendo como aquellos
niños jugaban tirándose bolas de nieve.
Se ajustó su bufanda, tapándose
un poco más la boca y suspiró de nuevo dibujando una nube de vaho.
Se recostó en el banco y echó la
cabeza hacia atrás. Dejo que los tímidos rayos de sol que se filtraban entre
las hojas del árbol acariciasen sus mejillas. Su piel se empapó de una triste y
dulce nostalgia.
Y dejo pasar los minutos, ni
siquiera se inmutó cuando un niño golpeó su bota derecha con una bola de nieve,
tan solo continuó con los ojos cerrados un poco más.
Cuando dejó de sentir como el
sol iluminaba su cara y el frío se tornó más intenso supo que ya era hora de
irse a casa.
No miró el reloj, ignoraba
cuanto tiempo había pasado sentada en ese banco intentando evadirse, no sentir,
no pensar. No echar de menos.
Cogió aliento y se puso en pie.
Hasta la ropa pesaba.
Se abrigó un poco más y salió del parque en dirección a una calle iluminada por luces blancas. Se abrió paso entre niños corriendo, el olor a Joulutortut recién hecho y el sonido de los villancicos.
Al final de la calle llegó al edificio en cueyo ático se había estado hospedando los últimos meses.
El portero la saludó como hacía cada día y la deseó una feliz navidad. Sonrió y le devolvió la felicitación.
Mientras subía las escaleras escuchó que la llamaban al teléfono.
Apuró el paso tropezándose en el penúltimo escalón por culpa de una zurcida de sus pantalones llenos de agua.
Se abrigó un poco más y salió del parque en dirección a una calle iluminada por luces blancas. Se abrió paso entre niños corriendo, el olor a Joulutortut recién hecho y el sonido de los villancicos.
Al final de la calle llegó al edificio en cueyo ático se había estado hospedando los últimos meses.
El portero la saludó como hacía cada día y la deseó una feliz navidad. Sonrió y le devolvió la felicitación.
Mientras subía las escaleras escuchó que la llamaban al teléfono.
Apuró el paso tropezándose en el penúltimo escalón por culpa de una zurcida de sus pantalones llenos de agua.
Abrió la puerta y contestó al teléfono.
Eran sus padres que la felicitaban la
Nochebuena. Con tan solo escuchar la voz de su madre sus ojos se bañaron en
lágrimas. A ambas les temblaba la voz.
Poco a poco toda su familia fue deseándole felices
fiestas y recordándola lo que extrañaban su ausencia.
Su abuelo fue el último en hablar. Para cuando
colgó el teléfono las lágrimas ya habían cubierto su cara.
Se fue a cambiar de ropa. Eligió una sudadera
granate y un pantalón negro. En la radio sonaban los Beatles.
Prendió la chimenea. Agarró un cojín y se
hizo un ovillo en la alfombra.
Mientras miraba al fuego, el ambiente se
caldeaba con su “Imagine”. Cerró los ojos dejándose mecer por la melodía. “Imagina”
decía una y otra vez.
Cuando parecía que la música la abandonaba
sonó el timbre. Soltó el cojín y se dirigió hacia la puerta cuando en la radio
comenzó “Let it be”.
Al otro lado esperaba una mujer muy joven con
un bebé en brazos. La joven mantenía la mirada baja mientras decía que buscaba
ayuda, no tenía donde ir y de nuevo estaba nevando.
Colocó una mano sobre el hombro de la joven y
les invitó a pasar. Ellos tendrían refugio y ella no se sentiría sola.
Cuando los tres estaban en el salón y cerró
la puerta, la melodía susurraba "When I find myself in time of trouble, mother
mary comes to me speaking
words of wisdom ...”
Hace tiempo os comenté que cuando tenía entre 16-18 años gané dos certámenes de narraciones; Esta es una de ellas.
En concreto se trataba de un certamen navideño organizado por el ayuntamiento. En el colegio nos animaron a presentar algo y escribí esto. Se hace raro, raro volverlo a leer después de 7 años.
Por aquellas épocas estaba muy obsesionada con el rollo de los beatles, así que "me inspiré" mientras hacía matemática escuchando el albúm 1.
¡Nos leemos!
Jobar, es muy bonito *.* Calculando la edad que tendrías hace 7 años además, está fenomenal. En serio.
ResponderEliminar¡Besitos!
Gracias! Según lo iba pasando al ordenador se me hacía bastante raro releerlo y estaba planteándome si lo subía o no, pero de perdidos al río xD
Eliminar¡Un besito!
Pues es precioso, y más si conoces de qué va Let it be, encaja muy bien con el final. Me gusta, sí.
ResponderEliminar¡Besos!
Me alegro que te guste Isi ^^
EliminarAhora me queda encontrar el otro (Ese me gusta bastante menos :/)
¡Un beso!