domingo, 16 de marzo de 2014
Recoge tus cuchillos y vete.
Puede que ya os hayáis dado cuenta de que los viernes estoy intentado subir una entrada de aire "más enfermero" y entre semana otra random.
Esta semana la inspiración brillaba por su ausencia y no tenía nada enfermero que aportar: Aún no he empezado a estudiar el EIR y como bien sabéis trabajo para el inem.
¿Y a qué me dedicas este maravilloso, soleado y agradable mes de marzo?
A parte de rascarme la nariz (tanto literal como metafóricamente hablando), invierto mi tiempo en poner al día el temario de la EOI, donde estudio 5º... El pobrecito inglés había quedado destronado por culpa del EIR, pero he decidido volver a darle un ratito de mi tiempo.
En cuanto a temas enfermeriles estoy dedicándome a buscar información sobre la colegiación en Uk, retocar los temas del EIR para empezar el estudio en abril y como soy tan buena persona, también estoy repartiendo papel (yo lo llamo CV) de forma altruista en distintos centros relacionados con la salud para que cuando les venga un ataque de alergia tengan algo con que limpiarse las velas :D
Y por último, me estoy dedicando a vivir: Dar paseos, ver series, disfrutar de los míos y tener tiempo para mí. Necesito un poco de calma, primero enero me dejó huella a nivel físico y luego febrero me escaldó a nivel emocional.
Bueno, no me lío más. A lo que vamos; La entrada de hoy va de temas culinarios.
No es que cocinar me agrade especialmente, pero me gusta intentar pijaditas que veo por internet y más si son de repostería.
No sé dónde leí que reír es bueno para el alma y para el sistema inmune, así que, como me preocupo de vuestra salud a nivel holístico, aquí os dejo unas fotos de expectación VS realidad.
Primer experimento:
Se trata de unas galletas de mantequilla con forma de mariposa. La idea la saqué de la página de FB de magic coast. Si echáis imaginación, quizás veáis una mariposa sin antenas... con ayuda de un tripi puede que visualizareis los ojos de wall-e en plan hipnosis.
Segundo experimento:
Se trata de unas fresas con forma de corazón de la misma web de la que os he hablado antes.
A pesar de que no podía ser más fácil, el chocolate se solidificó antes de que pudiera echarlo por encima de la fruta y la superficie no quedó lisa.
En un intento por hacerlo parecer más cuqui, añadí confeti. Desgraciadamente, quedó una cosa cutre-cuqui.
No obstante, no podía estar más rico ¡Bendito chocolate!
Tercer experimento: La joya de la corona.
Una noche, mientras cenaba estaba viendo en TVE un documental que hablaba de como se hacía chorizo, como se embotellaba agua y demás cosas.
A lo largo del programa salió una mujercina muy simpática explicando que como hacer en 2 minutos al microondas un chorizo frito con huevo.
La señora, abría un chorizo por la mitad, cascaba un huevo encima y al micro.
A los dos minutos salían los dos ingredientes perfectamente integrados, como dándose un abrazo. Vaya pinta ...
El caso es que un día decidí hacerlo: abro el chorizo, casco el huevo ... y el huevo se desliza por la raja como si fuera un tobogán.
Entonces apliqué el segundo truco que vi en Youtube: En un canal de repostería la chica enseñaba como recoger un huevo con un botellín de agua. Lo hice y separé la yema. La puse encima. Escurrí la clara por el chorizo aunque volvió a deslizarse como antes.
A pesar del fracaso tenía ilusión de que en el microondas, con el calor, la yema abrazara al chorizo. Pero la yema explotó.
Estaba rico aunque fuera feo de mirar.
Cuarto:
Simplemente como no dar una vuelta a la tortilla.
Y hasta aquí la mierdientrada de hoy! :D
Si habéis llegado al final de la publicación, puedo hacerme una idea de vuestras caras al toparos con esto (Eh, ya avisé ...)
Disculpad que no sea nada más elaborado pero últimamente tengo la cabeza vacía de ideas... espero al menos haberos sacado alguna risa.
También aclarar que no soy una completa inútil en la cocina, pero tengo mis momentos xD
Que tengáis buen empiece de semana.
¡Nos leemos!
martes, 11 de marzo de 2014
Relato corto - Tiempo para ella.
Eran las ocho de una lluviosa tarde de septiembre. Dos cafés
humeantes pretendían dar tregua a un momento tan desapacible.
Me dijo que no necesitaba palabras de aliento. Solo quería una
mirada que fuera testigo de cómo intentaba ordenar los pensamientos que
últimamente habían azotado su mente con tanta violencia. Aquellos pensamientos sordos
que tantas noches de lágrimas y por qués
le habían costado.
También, prometió no llorar.
Ella, rodeaba firmemente la taza con ambas manos mientras
clavaba los ojos en la llama de la vela que ardía sobre la mesa. Sus pupilas
bailaban al son de la luz.
No entendía como, en cuestión de días, se puede perder a
alguien con quien había compartido tantos momentos, con quien había sido tan
cercana... Ahora no quedaba más que la sombra del recuerdo.
Qué había pasado. En qué había fallado. Qué hizo que todo
cambiara.
Era consciente de que nunca llegaría a saber con certeza las
respuestas a esas preguntas parásitas.
Reconoció que todo fue tan breve e intenso como el romper
del mar contra un acantilado.
Intentó hablar con él en varias ocasiones, siempre sin
éxito. Siempre aparecía una excusa vaga capaz de eludir el encuentro.
No
buscaba otra oportunidad, no iba a obligarle a que la quisiera de nuevo.
Solo necesitaba despedirse, dejarle ir para siempre y desearle suerte. A pesar de todo, decidió convertir el dolor y el rencor en cariño.
No estaba dispuesta a que los malos sentimientos enturbiaran los buenos recuerdos de su
memoria. No sentía odio, el odio era una palabra muy grande para ella. Sabía, que después de una larga pausa, él ya había conseguido rehacer su vida y volvía a ser feliz. Y ella se alegraba por ello.
Había visto a su corazón romperse en afiladas esquirlas y
como cada pedazo se convertía en virutas al alcanzar el suelo.
Había visto como las estrellas perdían su brillo. Se había
visto rodeada en la más oscura incertidumbre.
La llama de la vela se apagó mientras, en el estéreo, Johnny
Cash se abría paso con su You are my sunshine.
Alargó el dedo índice a la ventana y garabateó algo en el vaho que cubría el cristal. Lo miró por unos instantes y lo borró. Dejó que su mano se deslizara, suavemente, para reposar sobre la repisa de madera.
Alzó la mirada y, en voz baja, me prometió que a partir de entonces el sol
brillaría por y para ella.
¡Nos leemos!
viernes, 7 de marzo de 2014
V de Viernes – Trabajar en un campo de nabos
Esto fue lo primero que me dijo un veterano cuando le
comenté que mi siguiente lugar de prácticas era en la unidad de urología.
Por aquel entonces estaba en segundo de carrera y era la primera
vez que pisaba una unidad de hospitalización desde el año pasado.
A pesar de que me habían dado buenas referencias, estaba un
poco nerviosa. Ya sabéis, cuando ya te desenvuelves en una unidad y te toca
cambiar a otra totalmente distinta tienes un poco de miedo por cómo será
aquello.
Me sentí con suerte al ver que había dos hombres en el
equipo de enfermería.
Os parecerá una bobada, pero en el equipo del rotatorio
anterior había enfermeros y el ambiente de trabajo había sido mucho más
agradable que cuando fui a una planta llena de enfermeras bien entradas en sus
años… aquello era un nido de víboras. Así que simplemente me alegré al ver barba.
Urología fue una de las unidades donde había todo aquello
que puedes encontrarte en la villa del señor como, por ejemplo, piercings en
lugares del -aparato reproductor masculino- que solo con verlos duelen,
tatuajes distendidos a causa de hidroceles o pacientes que aparecen a los
cuarenta y pico para operarse de una fimosis de considerable importancia
(Después de haber tenido tres hijos); Recuerdo que uno de ellos alegó “Uno se aguanta los dolores y al final…”
Las
bolsas enormes de lavado para RTUP también ocupan
un lugar en mi corazoncito. No puede ser de otra forma cuando el líquido resultante
tiene el mismo color que el mejunje del cachi de tus amigos el sábado noche.
En una
ocasión, recuerdo entrar a una habitación con mi compañera para curar a un
chaval de 25 años que le habían operado de una estrangulación de testículo.
Allí estaban unos amigos y su novia. Cuando les pedimos que, por favor,
salieran un momento para realizar la cura, la novia nos miró y nos dijo “Cuidadín
con lo que tocáis, eh? Porque hoy en día hay que tener un cuidado con estas
niñas…”
¡Vaya!
¿Cómo había adivinado esa mujer que la mayor ilusión de mi vida, era untar de clorhexidina las pelotas de su novio? (Nótese la ironía, por favor)
En fin, no di más importancia a su ridículo comentario. Hay
gente para todo.
Sin embargo hay momentos que resultan incómodos para ambas
partes. Uno de ellos fue cuando entré con la enfermera en la habitación
de otro chico de unos 30 para hacer otra cura. También estaba con su novia,
dándose mimos después de casi un mes sin verse (Ya es mala suerte
reencontrarse en el hospital).
Nos pidió, que volviéramos en 5 minutos, que acababa de
llegar la chica.
Mi enfermera dijo que no hacía falta, que era algo muy
rapidito, solo iba a tardar 2 minutos y que así luego ya descuidaba y no andaba
pendiente de cuando íbamos.
Los intentos del chico por retrasar la cura fueron fallidos.
Al descubrir la zona nos encontramos con el resultado de combinar
cariñitos después de un tiempo sin verse y el motivo de porque quería aplazarla
unos minutos.
¡Nos leemos!
¡Nos leemos!
martes, 4 de marzo de 2014
Escuela de talentos y virtudes
“Pero bueno tú de
dónde has salido, mi amor. Tú eres un monstruo” – Rosario Flores en La Voz
Kids.
A mí nunca me han dicho eso.
Pertenezco al grupo de la población humilde que no
destacamos por tener una habilidad especial o que no nos han “trabajado” de
pequeños para desarrollarla.
Hoy en día da igual que enciendas la televisión (Omito
hablar de Disney Channel porque sabemos de sobra que todos son niños
polifacéticos: Cantan, bailar, actúan y hacen el pino con las orejas), que
abras YouTube o que trastees por internet: Siempre aparecerá alguna noticia
tipo “Soberbia interpretación la de fulanito
de 9 años. Qué voz. Qué puesta en escena”, “Niño de 3 años interpreta el Para
Elisa de Beethoven” o “Cultiva la calabaza más grande del mundo: 820 Kg”.
Bien. En este post no me refiero a hacer un dibujo bonito,
me refiero a destacar en algo. Ser un fenómeno. Hacer X cosa sin esfuerzo, porque tienes algo dentro de ti que hace que
así sea. Llámalo tener arte, talento o un don.
Sé que hay estudios que dividen las habilidades por
categorías. De eso no tengo ni idea, por lo que voy a hablar de las que se me
ocurren a bote pronto.
A pesar de que nací con unas estupendísimas dotes de Drama
Queen, no tengo talento para las artes
escénicas, ni gracia para subirme a un escenario, actuar con un nivel de
manierismo de proporciones épicas y engañar a los espectadores para que se
crean que soy el personaje que interpreto.
He hecho alguna función cuando estaba en el colegio y,
definitivamente, no era de esas niñas que dices “Qué soltura tiene” o “Con qué
naturalidad lo hace”. Yo era un Octodad* encima del escenario.
*Nota: Octodad es un videojuego de un pulpo que tiene que
hacerse pasar por un humano y no llamar la atención. No da el pego ni de coña,
por supuesto.
Muchas generaciones de mi familia se han movido en torno a
la música: Cantando en coros,
estudiando en el conservatorio o tocando en bandas de música.
Pues bien, si digo que nací con el don de la arritmia
musical pura y absoluta no miento. Tanto es así, que cuando de pequeñita iba a
misa con mi abuela y me ponía a cantar las canciones, me atusaba la cabeza
mientras me decía “Shh cariño”. Aún
así, son pocos los que consiguen cohibir mis canturreos.
Mi abuela también me ha dicho que no desafino mucho
cuando estoy resfriada.
Lo más cerca que he estado de tocar un instrumento es la
flauta dulce, llegué a pillarla el truco y se me daba bien; Pero de lo que más
orgullosa estoy es que he llegado a tocar en piano la intro de la Familia Adams
y un cacho de Titanic (Ambas con una mano, no penséis…).
Eso sí, la teoría de los
tiempos y duraciones de las notas me quedó muy clara en el colegio (Ah, otra
vez el colegio, que nos quiere hacer tan talentosos a todos y nos enseña cosas
tan útiles para la vida diaria como que una redonda son 4 tiempos), pero no
tanto lo de ponerlo en práctica. Yo actúo sobre la marcha, como los grandes.
Si hablamos de artes gráficas, me atrevo a decir que mis fotos son decentes a
pesar de no tener habilidad para “captar el momento”: Buscar un buen ángulo, jugar
con las sombras.
Dibujando no soy tan desastre siempre y cuando no se hable
de realismo, porque soy incapaz de hacer retratos, paisajes o cualquier cosa y
que se asemeje a la realidad. En cambio, para hacer dibujos nivel amateur
(Escenas, personajes de tipo anime, objetos) me apaño bastante bien y quedan
simpáticos.
En el campo de las artes
literarias resalta a la vista que no tengo el don del literato.
Me cuesta
horrores escribir de forma literaria y puedo tardar hasta dos semanas en
escribir un folio.
A pesar de ello, gané dos premios cuando estaba en bachiller
ya que nos obligaron invitaron a participar en dos concursos de redacciones.
(Ya sabéis que a los colegios les encanta que sus alumnos participen a destajo
en certámenes y concursos para que haya más probabilidades de que alguno gane y
así, echarse flores, llenarse la boca y frotarse las patitas de “Qué oferta
educativa más buena tenemos, qué alumnos más brillantes”. Qué paranoica soy,
eh?)
Esos escritos los tiene guardados mi madre como oro en paño
(Que para algo en lo que la niña destacaba un poco…). Si no los ha guardado tan
bien que no los encuentra, los subiré al blog.
Hace 2 años escribí otro relato para un concurso navideño de
adultos de mi ciudad, pero como la crisis es muy mala y el premio eran unos
eurillos, lo suspendieron. Por ahí lo tengo guardado, esperando su oportunidad.
Nunca he tenido un don especial, ni he dejado bocas abiertas
haciendo algo, pero como todos nosotros, habré nacido con otras pequeñas
habilidades de las que alguien se habrá dado (o se dará) cuenta aunque para mí
pasen desapercibidas.
¡Nos leemos!
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