Seguramente en más de una ocasión os hayáis dado cuenta de
que lo mal educados que están algunos chavales hoy en día.
Incluso diría que el 70% de ellos son tontos. Pero tontos
como cuando a un actor de Hollywood se le ha subido la fama a la cabeza, que le
ves y dices “Este se ha vuelto gilipollas”. Pues así, pero en plan niño de
primaria.
Estos críos son más chulos que un ocho y a ellos no les tose
ni su padre, pero claro, luego ves como es el padre en cuestión y te explicas
de donde sale un ser de 7 años tan repelente… Si ya lo decía el refranero
español: “De lo que se come se cría” o “De tal palo tal astilla”.
Que hay niños así ya lo sabemos, pero realmente no te das
cuenta de esto hasta que un día te tocan las narices, una, dos y tres veces. Veréis…
Era un bonito día de abril y mi novio y yo estábamos
sentados en una plaza comiendo pipas ¡qué bucólico!. Para
poneros más in situ os pongo un dibujito a paint del sitio en cuestión.
¿Estáis situados?
Bien, continuemos.
Tras llevar un ratillo ahí, con nuestras pipas y buscando
una señal GPS para ver como funciona la app de geocaching, llegaron dos críos supefabulosos: Un niño y una niña de
unos 7 años, salvajes, con su ropita de marca, el niño repeinado y la niña con
su lacito en el pelo repegao, todo hay
que decirlo, y se pusieron a jugar a dar balonazos a la pobre estatua
random de unos 3 metros de altura.
Su objetivo era dar en lo más alto de la estatua.
Tanto ímpetu
y tanto entusiasmo hizo que, en una de estas, el balón se fuera donde Jesucristo
perdió la alpargata, que sería por donde estábamos nosotros.
El balón se mete entre la gente y los corren detrás.
Solo habían pasado unos minutos cuando el balón sale de paseo
otra vez y golpea a mi novio en la espalda.
Entonces, aparece la niña pija de
pelo relamido, con unos andares propios de una chulapa yendo a la fiesta de lapaloma y dice “Perdón por las molestias”.
La decimos que tenga más cuidado que hay mucha gente y ya se les ha escapado el
balón dos veces. Agarra el balón y se larga.
No pasan ni dos minutos cuando el balón vuelve a aparecer en
escena, esta vez abriéndose paso entre nosotros y unos señores mayores.
Y yo, que tengo la misma
diplomacia que paciencia, me levanto agarro el balón, lo doy una patada y lo
mando lo más a tomar por culo que puedo.
La niña y el niño salen despepitados a por él.
Y aquí viene mi parte favorita: El papá de los niños. Otro
repeinado que también come pipas.
Me llama sinvergüenza por hacer eso a unos pobres niños de 7
años, que vaya educación tengo para ser ya una chica de 16 años. que si esta
juventud, que los niños solo están jugando, que soy una abusona y mi alma va a arder en el infierno por
ello, otra vez sinvergüenza…
Y yo ya, con los ovarios más hinchados que pelotas de tenis,
le dije que aquí el único maleducado era él, que si sus críos se ponen a jugar
en una zona de descanso, de terraceo, donde están molestando y golpeando a
personas con el balón, lo mínimo que podría haber hecho es hacerles pedir
disculpas y largarse al parque que está a 50 metros a que toquen los cojones a
padres con la misma forma de pensar que la suya. El resto de la gente también
decía que no estaba bien respaldar a los críos cuando están molestando en una
zona que no es apta para hacer lo que estaban haciendo.
No es por ser la vieja de turno, pero de verdad, que cuando
yo era pequeña mis padres no se andaban con tanta tontería.
Nos leemos!